El buen Jesús y Cristo el malvado

Opinión:

Este es uno de esos libros que lees con agrado, ligero, y que permanece con la misma sensación de ingravidez en tu cerebro, dejando reflexiones interesantes a las que puedes acudir para sonreír o fruncir el ceño. Y es que es curioso, porque al margen de lo que pretendiera el autor (¿Quizás humor? ¿Tal vez crítica? Yo apostaría por ambas cosas), tú, como lector, te montas tu propio escenario de posibilidades. Humor sí, porque es imposible no leerlo con cierta sonrisa, descubriendo en él algo de ironía, pero también crítica, porque es inevitable no ver lo que tanto Jesús como Cristo significan.

Ni todos son buenos, ni todos son malos, y esta idea parece planear durante toda la historia en la que tanto Jesús como Cristo tienen tanto cosas positivas como negativas. Pero también planea la idea de que sería imposible que lo que a lo largo de los años hemos vivido (la institución de la Iglesia y cómo ha gobernado sobre los ciudadanos) existiera sin la unión entre ambos. Es como si Philip Pullman hubiera pretendido darle sentido a la Iglesia que Jesús rechazaba, como si buscara una explicación a la creación de una institución y sus dogmas de fe. Porque como dice uno de los personajes en "El buen Jesús y Cristo el malvado" nada de lo que hizo Jesús hubiera servido de algo de no existir dos cosas fundamentales: los hechos por escrito y una institución que lo mantuviera vivo.

Jesús vive admirando a Juan Bautista y creyendo en Dios, pero rechaza la Iglesia. Cristo adora a su hermano y vive con la idea de que pase a la Historia con una gran personaje digno de ser seguido, adorado como él lo adora. Entre ambos se conforma Jesucristo, sin embargo no puedes dejar de recordar en todo momento que Jesús nació como Jesús, y que Cristo es, en realidad, la Iglesia. Juntos, efectivamente, pasaron a la Historia.

Al final veremos cómo a favor de la Historia el propio Cristo manipula algunos textos y accede a participar en un engaño sólo con el fin de que su hermano sea adorado y sus lecciones, nunca olvidadas.

Pasan los días, pero la idea sigue ahí, en mi cabeza, y como dije al empezar, la sonrisa permanece. Me gustan los libros que te ofrecen alternativas y que aprovechando la ficción te dan posibles respuestas. Ojo, no trata este libro de convencerte de nada, pero sí juega con lo que muchos pensamos: Jesús era uno y la Iglesia fue el otro "personaje", y ambos se instalaron en la Historia para crear lo que hoy tiene al Vaticano como representación mundial. El desdoblamiento de Jesús en Cristo es puro ingenio.

Anika Lillo